Romanos 13.8-10 “No debas a nadie nada, sino el amarse unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: ¡Amarás a tu prójimo como a ti mismo! El amor no hace mal al prójimo; …el cumplimiento de la ley es el amor”.
Debemos, aunque sea difícil, amar a aquellos que son difíciles de amar. Puede que ahora no veamos un gran problema, hasta no toparnos de frente con una gran crisis: un divorcio; el alejamiento de un hijo, o de los padres, o de los mejores amigos, etc.
Como queremos que hagan con nosotros, hagámoslo también nosotors… ni más ni menos. El que nos den más a nosotros, y que demos menos, ¡se llama EGOISMO!
Creo que todos conocemos el mandato, pero conocerlo
no es lo mismo que practicarlo. Como seguidores de Jesús, cristianos que
somos, estamos OBLIGADOS a obedecerlo.
¿Te comportas bien ante todos los demás? ¿Y ante tu familia? Estos últimos, muchas veces, son a los que más mal tratamos. Nos pasamos de exigentes, groseros, ofensivos, ingratos, … Y luego, al ver sus respuestas hacia nosotros, tenemos la mediocridad de preguntarnos qué le hemos hecho. Dejemos de ser tan egoístas.
No somos moneda de oro para gustarle a todos. Estemos conscientes que nos acompaña un difícil carácter que, los demás, solo por amor, soportan.
¿Quieres respeto haciendo lo contrario? Tomate
un tiempo oportuno y considera la calidad de tus relaciones humanas.
Amar al prójimo es más que palabras, mandato o emociones; es la acción desinteresada a favor de los demás. Es hacer lo mejor por ellos (no necesariamente lo que quieran, sino lo mejor). ¡En la medida que practiquemos esa virtud, mejoraremos nuestras relaciones, y el gozo irá en crecimiento! ¡Intentémoslo!
¡Feliz día y que Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
(Referencia:
En.Contacto)
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