Lucas 6.29-31 “Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues. A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva. Y como quieren que hagan con ustedes, así también háganlo con ellos”.
¡Cuán fuertes son estas palabras! Si te hieren… ¡quédate tranquilo! Si te quitan algo… ¡déjaselo! Si te piden… ¡da! Si cogen lo que es tuyo… ¡déjaselo! … Hay que ser maduro en la fe, para ejecutar esas acciones recomendadas por Jesús.
La mayoría de nosotros nos hemos sentido desconcertados con ciertas interacciones, y más con personas cercanas. Es que amar a algunas personas en particular es un reto ENORME. Pero Jesús nos ordena ¡hacerlo!
Dios creó la humanidad como seres relacionales. En el Jardín del Edén, Adán y Eva tuvieron comunión perfecta, hasta que dejaron entrar el pecado. Desde entonces, las relaciones humanas están plagadas de disfunciones, dolores y conflictos.
Algo a tomar MUY en cuenta es que, si tenemos una relación íntima con Dios, sí que pudiéramos amar a los demás, aún a aquellos sumamente difíciles. Es de ahí, la importancia de aprender a cultivar ese tipo de intimidad.
Por otro lado, las buenas relaciones NO se producen automáticamente. Se necesita tiempo, paciencia y esfuerzo; y hay veces en que estamos tan ocupados y distraídos con nuestros asuntos que no nos detenemos a evaluar qué tan bien -O TAN MAL- nos estamos relacionando con otros. Porque siendo conscientes de esa realidad, haríamos algunos ajustes.
Piensa en los principios mencionados en los versículos de inicio, y haz una lista de las maneras en que TE GUSTARIA que los demás te trataran. Luego piensa: ¿es así como lo hago YO con ellos?
¡Feliz día y que Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
(Referencia:
En.Contacto)
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