Apocalipsis 21.25, 27, 22.5-6
“Las
puertas nunca serán cerradas de día, allí no habrá noche. No entrará en ella
ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los
que están inscritos en el libro de la vida del Cordero. No habrá allí más
noche; ni necesidad de luz de lámpara, ni de sol, porque Dios el Señor los
iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos. Y me dijo: Estas palabras
son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas,
ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder
pronto”.
¿Alguna vez has llegado a casa, y experimentado una sensación de seguridad y satisfacción? Con frecuencia, hay una sensación tranquilizadora al abrir la puerta del hábitat natural, donde sabes que existe un lugar para ti.
El apóstol Juan tuvo la oportunidad de apreciar el futuro hogar, la nueva Jerusalén (donde vivirá todo el que persevere en el Señor Jesucristo). Un lugar donde el Dios Todopoderoso y el Cordero son el templo (21.22).
Las denominaciones ya no dividirán el Cuerpo de Cristo. Ni sol ni luna brillarán, porque lo hará la gloria de Dios, y el Cordero será su lumbrera (21.23)… no habrá necesidad de electricidad.
Las puertas estarán siempre abiertas. Al no existir pecado, no se necesitará cerraduras. Es que nada contaminado entrará en esa futura residencia. La vida abundante en Cristo será pura y sin mancha.
La sensación que sientes, al abrir la puerta de tu casa, no es ni asomo de lo que sentirás al llegar al lugar celestial que nuestro Padre ha preparado… el cual, sí que será un verdadero hogar.
¡Feliz día y que Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
(Referencia:
En.Contacto)
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