Hechos 9.13-15
“Ananías respondió: Señor, he oído mucho acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre. El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, de reyes, y de los hijos de Israel”.
La popularidad de las redes sociales revela el deseo de conectarnos con otros; sin embargo, muchos, siguen sintiéndose solos. Incluso en el hogar, el trabajo o la iglesia, hay personas que se sienten rodeadas por extraños. El darnos a conocer, en parte, es nuestra responsabilidad. En vez de construir un muro, dejemos que otros entren en nuestra vida.
Desde la caída de Adán y Eva existe desconexión visible, entre Dios y la humanidad, lo cual también afectó las relaciones humanas. Por lo tanto, el temor y el orgullo nos esclavizan en aislamiento y por autoprotección.
Pablo, siendo Saulo, fue un hombre muy duro. Por lo que Ananías no quiso acercarse a él. Había levantado, justificadamente, un muro de desconfianza, que podía obstaculizar el ministerio del apóstol y el avance de la Iglesia.
Los muros en una
relación pueden ser difíciles de reconocer, pero a veces el tratar de
protegernos se demuestra con resentimiento, desconfianza y murmuraciones.
Pídele a Dios que te muestre las maneras en las que puedes estar dejando fuera
a alguien. Él te ayudará a derribar los obstáculos en tu relación con Él, y
con los demás.
Feliz día. ¡Dios
te bendiga!
Evangelista Wilda
Messina
(Referencia:
En.Contacto)
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