Lucas 18.14 “Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido”.
El publicano (el mayor protagonista de esta historia) reconoció su vida despreciable ante Dios y clamó por reconciliación. Pidió la misericordia del Dios justo y perdonador que él tenía en su corazón… ¡y “descendió a su casa justificado”! Mostró ejemplo de humildad. Practica que debe ser vivida y demostrada por quien dice ser hijo de Dios.
Aunque Jesús criticaba, con sobradas razones, a los fariseos no todo fariseo era malo, ni todo publicano era de corazón bueno. Tampoco hoy se puede confiar en que todo discípulo de Jesucristo es siervo manso y humilde. ¡Dejemos de encasillar a las personas!
Hay casos en que alguien, siendo servidor de Jesucristo, actúa con orgullo espiritual, se confía de si mismo y, por demás, menosprecia a los otros.
No vivas tu vida poniendo en práctica el estilo fariseo aquí señalado, ni te confundas porque un publicano viva una vida perturbada. Nunca te sientas tentado a decir: No soy como ese. Soy mejor que tú, etc. Solo Dios sabrá quién irá delante, quién irá detrás y quien nunca irá.
Se humilde, arrepiéntete de lo que no le agrada a Dios. Deja tu soberbia, tu falsa religiosidad. NO juzgues con tu propio juicio. NO menosprecies. Deja la falta de perdón… ¡No te compares con otros!
Si te vas a comparar con alguien, saca el espejo de la Biblia, y hazlo delante de Ese. Que no sea con un fariseo, tampoco con un publicano. ¡Esconde tu alma en Cristo! Te aseguro que, deleitosamente, a la Patria Celestial tú entrarás.
¿Captaste el mensaje, o seguirás siendo el feo por la eternidad?
Muy feliz
día, y ¡que Dios te bendiga!
Evangelista Wilda
Messina
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