Romanos 8.35, 38-39
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”.
¿Tienes algo que te hace infeliz? ¿Te gustaría cambiarlo si pudieras?
Para ser realmente feliz, debes aprender a aceptar que Dios permite todas las situaciones, aunque Él no sea quien las cause. Por lo tanto, lo que debes hacer es acerarte más a Él.
Cuando se enfrentan descontentos y tristezas en la vida, deberíamos orar diciendo: “Señor, elijo aceptar esto como si viniera de ti, pero también elijo poner mis ojos y confianza en ti”. Descansarás, sabiendo que Él tendrá el control.
En vez de sentirte víctima de tus circunstancias, recuerda que el Padre Celestial te puede cuidar y guiar por la mejor ruta, aunque tú hayas sido causante de tu mal.
Aprende a someterte por completo a Dios. Y, con total sinceridad, decirle: “Señor, ¡solo quiero darte las gracias por esto!” (palabras como esas no son fácil decirlas para algunas personas, pero es la mejor opción).
Es mejor ser sincero y admitir que lo que está pasando es doloroso, que no nos gusta, que nos entristece, pero que le damos a Dios la opción de que lo arregle soberanamente.
Será seguro que tus preocupaciones perderán su poder. ¡Y verás paz, luz y felicidad en medio del oscuro túnel en que pudieras estar!
¡Feliz
día, y que Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
(Referencia:
En.Contacto)
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