2 Timoteo 2.24-26
“El siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él”.
Cuando escuchamos la frase “servir a Dios”, solemos pensar en enseñar clase bíblica, visitar a los enfermos, servir voluntariamente en algún lugar, etc. Pero lo más importante de un siervo del Señor es que modele un carácter como el de Cristo.
Quienes sirven a Dios no deben ser pendencieros ni belicosos; al ser agraviados, deben mostrar amor, misericordia, bondad y paciencia. Normalmente somos es impulsado a defender la opinión y a luchar por nuestros derechos. Si nos ofenden, queremos desquitarnos o guardar rencor, pero el consejo es a ejercer dominio propio y responder con fruto del Espíritu (amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza), como es enseñado en Gálatas 5.22-23.
Dios quiere que sus hijos instruyan y corrijan a otros, pero con mansedumbre; que sean capaces de transmitir las verdades bíblicas, explicar el evangelio y desmontar con sabiduría las falsas enseñanzas.
Solo el Señor puede salvar las almas, pero utilizará a sus hijos para llevar respuestas humanas y piadosas, y que los que no conocen al Señor puedan abrirle la puerta de su corazón.
Muy feliz día, y ¡que
Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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