Juan 3.5-6, 17-18
“Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él. El que en Él cree, NO es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios”.
La salvación no es algo que heredemos por haber nacido en un hogar cristiano o asistir a la iglesia desde niños. Cristo advirtió que muchos le llamarían Señor sin pertenecerle a Él (Mateo 7.22-23).
Para llegar a ser creyente genuino, necesitamos lo siguiente:
1. Comprensión del Evangelio. Para creer y recibir las Buenas Nuevas de Jesucristo, es necesario tener entendimiento de la irremediable condición pecaminosa. También, reconocer la muerte de Jesús en la cruz, como el sacrificio perfecto para quitar los pecados.
2. Cambio de dirección. Al entender el Evangelio, nos apartaremos del pecado, en verdadero arrepentimiento, y nos volveremos a Dios en fe y obediencia.
3. Vida cambiada. Un cambio de dirección del antiguo estilo de vida carnal dará paso a una nueva vida en Cristo. Creyentes reales, ¡es igual a corazones cambiados! Pecados que antes amaban, ahora los odian.
Por Gracia (dádiva, regalo), la salvación de Dios se ofrece a TODOS LOS QUE DESEEN recibirla, por medio de la fe.
Los fieles
seguidores de Cristo, no practican religiones por pura costumbre o tradición.
¡Su adoración y gozo son producto de una relación personal con el Señor!
Feliz día, y que ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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