“Porque nadie
puede poner otro fundamento… que Jesucristo. Y si sobre este fundamento
alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la
obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por
el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la
probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá
recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él
mismo será salvo, aunque, así como por fuego”.
Construir un edificio alto conlleva muchas cosas. Debajo está una rejilla de acero y hormigón que da resistencia a los pisos altos. De manera similar, nosotros necesitamos una base firme para construir una vida con propósito. El Señor Jesús pone dicha base para los creyentes cuando recibimos la salvación que Él da.
La Salvación en Cristo da a sus seguidores nueva vida. Los pecados son borrados. Somos fortalecidos por el poder y la sabiduría de Él, y podemos construir sobre su fundamento. Una decisión a tomar es si edificar con actividades y hábitos que sirvan a Dios, o que solo sean de utilidad aquí.
Pablo divide al material de construcción espiritual en dos categorías: metal duradero; y madera, heno y hojarasca. Una choza de paja o madera se destruye fácilmente con el fuego; ahora bien, ante el juicio, desearás haber construido en metales, para que cuando te toque arrodillarte delante del Señor, tu estructura esté sólida, habiendo sida construida con ladrillos extraídos de las Sagradas Escrituras.
La vida que construyes es útil para Dios
solo si es congruente con el fundamento de Jesucristo. Él es el
arquitecto, y la Biblia, el plano para construir una vida robusta y victoriosa.
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina Ventura
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