Romanos 7.17-19 “De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago”.
Por la naturaleza pecaminosa del hombre -sin Jesucristo-, se ejecutan acciones basadas en deseos. Con Cristo, nace la preferencia a no querer pecar.
Entonces, ¿puede un cristiano pecar? Sí. Pero no ser practicante de pecado. El practicante, siempre que le convenga, peca. Y NO mide consecuencias. El otro, comete el pecado, pero se humilla y arrepiente delante Dios. Trata, por todos los medios, de no volver a caer.
El cristiano no se puede fiar de sus propias fuerzas, puede caer en hacer lo que no agrada a Dios. En la débil condición humana no habita el hacer el bien, sino el mal.
En Juan 3.6 Jesús dijo que lo que nace de la carne, carne es. El pecar es debido a esa carne. Pero viene el Espíritu y hace sentir pesar y tristeza por lo ocurrido. Es ahí, donde viene el deseo de humillarnos y no volver a caer.
Aunque nos creamos cristianos a carta cabal, y muy firmes en la fe, mucho ojo. Seguimos siendo humanos y sujetos a pasiones y deseos (Santiago 5.17).
La débil condición humana, busca –tristemente- lo que le haga estar en enemistad con Dios. Y la influencia del diablo es la constante.
Levántate cada día pidiéndole a Dios que te ayude a vencer. No te dejes amedrentar por tu carnalidad. Aprende a reconocer las maquinaciones del enemigo, y él huira de ti.
¡Feliz y bendecido domingo!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: Escuela.Biblica.Com)
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