Romanos 7.19-23 “Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado…”.
¿Has experimentado alguna vez hacer lo que no desearías? Es que tienes una lucha interna con tus propias fuerzas. Es por lo que algunos creyentes se avergüenzan, o les duele ver cuán fácil es que el pecado predomine.
Es que al querer hacer el bien y tratar de servir a Dios, la vieja naturaleza dirá presente para causarte maldad. Pablo, siendo honesto, exclamó: ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? (24). Esta palabra "miserable", que expresara Pablo, viene a ser una especie de agotamiento por su lucha. Porque las habilidades humanas, para escapar de la cautividad del pecado, necesitan de muchos refuerzos; que tienen que venir desde arriba. ¡No dejes de buscarlos!
Cuando Pablo se refirió a que era miserable, NO es que era culpable. El NO buscaba remisión de pecados, sino el ser libertado de su servidumbre a la naturaleza pecaminosa. No es que no te haya redimido Cristo, es que la vieja naturaleza está muy arraigada.
Aun así, NUNCA abandones a Dios. Aunque te sientas miserable o casi derribado, clámale. Él te responderá. Ah, y ¡ABOGADO TIENES en Cristo Jesús! Créelo.
¡Feliz y bendecido lunes!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: Escuela,Biblica,Com)
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