Tu palabra sabia de hoy
Miércoles 17.6.20
Salmos 30.11-12 “Has cambiado mi lamento en baile; desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría. Por tanto, a ti cantaré, gloria mía, y no estaré callado. Jehová Dios mío, te alabaré para siempre”.
Hay determinados sucesos que cambian la vida. Cuando crucificaron a Jesús, el tiempo se detuvo para muchos. Para personas que habían sido perdonadas, sanadas, resucitadas; que habían recibido esperanzas…
Entre su dolor olvidaron lo que Jesús les había dicho, y María Magdalena, llorando en el sepulcro, buscaba el cuerpo de Jesús (Juan 20:11). Aunque conocía bien al Maestro, no lo reconoció. Jesús, luego de preguntarle por qué lloras, la llamó por su nombre y es ahí cuando ella lo reconoció. Jesús dijo que resucitaría, pero esa parte se les había olvidado.
Con nosotros sucede lo mismo, cuando hay un suceso difícil nos quedamos llorando, y no somos capaces de ver qué es lo que Dios nos dijo. Jesús puede estar a tu lado preguntándote por qué lloras, pero eres incapaz de reconocerlo.
Las circunstancias no son casualidades, Dios tiene un propósito, y aunque las lágrimas no te dejen verlo ni entenderlo, es necesario tener oídos afinados y corazón sensible.
Ten presente que cuando escuchas la voz de Dios tu corazón se calma, encuentras paz, sabes que todo irá bien y que, a partir de ahí, una historia nueva comenzará.
Tal vez llevas años llorando una pérdida y no le has permitido a Dios cambiar tu lamento en baile. ¡Desata tu cilicio, y cíñete de alegría!
Feliz día, y que ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: Conexión.Vertical)
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