miércoles, 17 de julio de 2019

"Tu palabra sabia de hoy"

Mateo 12.22-28  "Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; y le sanó, y el ciego y mudo veía y hablaba. Y la gente atónita decía: ¿Será éste aquel Hijo de David? Mas los fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios. Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá, Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino? Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan sus hijos? Por tanto, ellos serán sus jueces. Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado el reino de Dios".

La idea de que un pecado puede ser tan malo que es imperdonable, puede llevar a las personas a temer que lo hayan cometido.

Los fariseos, aunque habían visto evidencia convincente de que Jesucristo era el Mesías, se negaron a creerlo. Hasta atribuyeron a Satanás los milagros que Cristo realizó. Esta blasfemia del Espíritu Santo era imperdonable, porque a pesar de la revelación más clara de Dios, todavía no estaban dispuestos a aceptar al Señor Jesús como el Mesías. Su falta de arrepentimiento les impidió recibir la salvación.

Con cada rechazo, el corazón se vuelve más duro; al final, la calcificación evita que se perciba cualquier manifestación que el Espíritu de Dios intente hacer.

Si te preocupa pensar que has cometido el pecado imperdonable, no lo has hecho, porque aún sientes la convicción del Espíritu.  Dios no niega la salvación a un pecador arrepentido que venga a Él. Lo único que hace que el pecado sea imperdonable es un corazón duro. Piénsalo!

Dios te bendiga, y muy feliz día!

Evangelista Wilda Messina
(Referencia : EnContactoOrg)

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