10.04.19
Efesios 2.1-3, 8-9 “Y él te dio vida,
cuando estabas muerto en tus delitos y pecados, en los cuales andabas en otro
tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad
del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los
cuales también todos vivimos en otro tiempo en los deseos de la carne, haciendo
la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de
ira, lo mismo que los demás. Porque por gracia eres salvo por medio de la fe; y
esto no de ti, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”.
Te des cuenta o no, tus
pensamientos se centran en lo que quieres. ¿Has considerado lo que quiere Dios?
El Señor es paciente para contigo, porque
no quiere que perezcas, sino que te arrepientas (2Ped.3.9). ¿Por qué?
Porque te ama (vs.4). Su amor no se basa en
tus méritos sino en su naturaleza. Dios
es amor, y…nunca cambia!
Por su gracia (vs.5). No puedes hacer nada
para ganar tu salvación; solo se obtiene a través de la gracia de Dios. Y todo
hijo de Dios debe mostrar evidencia de esa gracia (vs.7).
Para su gloria (vss.5,6). La gloria de Dios se
demuestra al salvarte del pecado y convertirte en santo (apartado del mal). Al vivir en obediencia ante Él, otros verán
tus buenas obras y glorificarán al Dios que te transformó.
Hay veces que eres miope, y no ves que Dios envió a su
Hijo para salvarte del pecado, la muerte y el castigo eterno. Cristo murió
y sufrió el castigo que merecías, y te ofrece perdón y reconciliación para con
el Padre.
¡Qué Dios tan
misericordioso tienes, que quiere que estés con Él para siempre, y así poder
seguir derramando su bondad sobre ti!
¡Feliz día, y que Dios te bendiga!
Evangelista Wilda
Messina
(Referencia: EncontactoOrg)
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