02.03.19
Juan 10:1, 9 “De cierto, de cierto digo: El que no entra por la puerta en el
redil de las ovejas, sino que sube por
otra parte, ése es ladrón y salteador. YO
SOY la puerta; el que por mi entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y
hallará pastos”.
En una
cárcel había un preso sentenciado a cadena perpetua. No queriendo arrepentirse
de su mala vida, con orgullo dijo que escaparía. El rey, en acto de
misericordia y gracia, dijo que le perdonaría, si encontraba la única salida. La
celda tenía: una roca suelta, una alta ventana, y un desagüe.
El preso
intentó llegar a la ventana. Cuando lo logró, le llevó años aflojar los
barrotes, para darse cuenta que la altura era tal, que le causaría la muerte saltar.
El desagüe,
aunque estaba abierto, si se tiraba por él, antes de llegar al río se ahogaría.
Decidió remover
la roca suelta. Lo hizo, y comprobó que al otro lado había una celda igual.
Antes de
morir, y ya viejo, dijo al rey: Me prometiste una salida, pasé mi vida
buscándola y no la hallé. ¿Cuál era la única salida? El rey respondió: YO. Pero
nunca me buscaste ni nunca te arrepentiste. ¡La salida era YO!
El orgullo es una cárcel que te cierra por dentro,
y te hace solitario. Cierras el corazón al amor, al quebrantamiento, a
la verdad, al arrepentimiento… Te bloqueas con muros y castillos de necedad, y
de autosuficiencia.
Vives buscando salidas, pero olvidas que el único
camino de libertad, tú lo tienes bloqueado, ya que no decides ir al único que siempre tiene la puerta abierta y
es la salida: El gran Rey, Salvador y Señor Jesucristo!
Hoy es buen día para ser libre…Jesús tiene la llave
que necesitas!
Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia:anecdonet)
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