23.02.19
1 Corintios 9.24-26 “… los que corren en el estadio, a la verdad corren, pero uno solo se
lleva el premio. Corre de tal manera que lo obtengas. Aquel que lucha, de todo
se abstiene; a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros,
una incorruptible. … yo, de esta manera corro, no como a la aventura; de esta
manera peleo, no como golpeando el aire”.
Algunos son planificadores
por naturaleza; saben lo que quieren y se proponen
lograr; otros son más flexibles y espontáneos.
Esos enfoques los determina la personalidad y el origen de cada quien, entre
otros factores, pero ambos conllevan sus
peligros. Los organizados pueden estar tan enfocados en controlar su vida
que dejan a Dios de lado; y los despreocupadas pueden terminar sin lograr lo
que Dios quería para ellas.
Hoy, en estos versículos, vemos la vida cristiana comparada con una
carrera. Como creyentes, hay que ejercer
disciplina y autocontrol para seguir el plan del Padre celestial. De lo
contrario, los esfuerzos serán improductivos, como el de un boxeador que lanza
puñetazos al aire.
Ir por la vida sin objetivo
conduce a pérdida de tiempo, es ir a la deriva sin
sentido y con mediocridad. No puedes
apuntar a nada y esperar dar en el blanco. Esto se aplica a trabajo, finanzas,
metas personales, y también a lo espiritual. Pablo estuvo dispuesto a renunciar a sus privilegios para alcanzar a
los perdidos, con el evangelio (1
Cor. 9.19-23).
Un día, todos estaremos delante
de Cristo para rendir cuentas, y para que Él evalúe nuestras obras (1 Cor. 3.10-15). Vivamos con la meta de honrar a Dios y de dar frutos mientras
buscamos hacer su voluntad.
Muy feliz sábado, y que Dios
te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: EncontactoOrg)
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