Miércoles 13.02.19
Éxodo
34:5-6, 8-9 “Y
Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él (Moisés), proclamando el
nombre de Jehová. Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová!
¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en
misericordia y verdad; … Si ahora he hallado gracia en tus ojos, vaya ahora el
Señor en medio de nosotros; … Moisés, apresurándose, bajó la cabeza hacia el
suelo y adoró”.
Es posible que el seguidor de Jesús
vea y entienda la gloria de Dios. Dios
revela su gloria a los que pidan y busquen de ella. Esta, equipa a su
pueblo para soportar los días peligrosos que vendrán.
La gloria de Dios no es una manifestación física o un sentimiento que embarga.
Ni una especie de aura o luz angelical que invade. En pocas palabras, ¡es revelación de su naturaleza!
Cuando dices: Señor, muéstrame tu
gloria, dices: Padre, revélame ¿quién eres?
Dios envió a Moisés a liberar a
Israel sin darle revelación de quién Él era. Solo dijo: Ve y di que YO SOY te
envió. Pero no le dio explicación de quién era el YO SOY. Pudiera ser esa una razón por la cual Moisés
clamó: Te ruego que me muestres tu gloria (Éx. 33:18).
Y su oración fue respondida. Dios
mismo dijo a Moisés que le escondería en una hendidura de la peña, y le
cubriría con su mano, hasta que pasara su gloria (Éx.
33:22).
Dios permitió que Moisés viera su
gloria para que éste pudiera ser cambiado al verla. Y lo mismo es cierto para ti
hoy. Dios te revela su gloria para que,
al verla, puedas ser transformado a su misma imagen. ¡Pídela!
Feliz día, y que Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: CVClaVoz)
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