Sábado
03.11.2018
Salmos
84:5 “Bienaventurado el hombre que tiene en ti (Dios) sus
fuerzas, En cuyo corazón están tus caminos”.
Continuación de: “Mi
auto, mi vida”
Y ella humillada, quebrantada y destrozada,
le entregó las llaves a Él. Con gran sonrisa, Él empezó a hacer las reparaciones. Ahora era Jesús el conductor del auto (de su vida); ella renunció a
llevar el timón, para que lo llevara Él.
Un día le gritó ¿Qué haces? ¡Debemos ir en otra dirección! Él frenó, y con paciencia, esperó que ella dejara de luchar. Luego se volvía hacia ella y le dijo: Ten fe en mi, yo sé lo que hago... Él sabía bien a dónde guiarla, y ella empezó a respetarle.
Cada vez que ella intentaba tomar el control, todo empeoraba. Cuando refunfuñaba por pararse en algún lugar, y Él no hacía caso, le decía: ¿Por qué no te paraste? Él sonreía y decía: Confía en mí. Es que te ofreceré algo mucho mejor.
Al cabo del tiempo ella se acostumbró a que Él condujera. Aprendió a quedarse quieta, a morderse la lengua, a tener paciencia; porque detrás de cada curva cerrada, Él tenía una gran bendición sorpresa oculta para ella.
Con Jesús al volante todo estaba bien! Pudo ver caminos solitarios, pero con paisajes impresionantes. También hubo ocasiones en que Él eligió caminos hacia lugares temerosos, y ella le decía: ¿Por qué vamos por aquí? Y Él le decía: ¿Alguna vez te he fallado? Y ella encontraba fuerzas y valor que no sabía que tenía.
Desde el día en que entregó a Jesucristo el volante, subió a alturas increíbles, vio los valles más asombrosos, sintió la felicidad más extraordinaria, y lo maravilloso de un amor sin medidas!
El amado conductor, Jesús, tenía y tiene toda la razón. Jamás te arrepentirás si le permites que sea Él quien lleve el timón de tu vida.
Y tú ya has
decidido entregar a Jesús el timón, o seguirás chocando y destruyendo tu vida???
Piénsalo, y que Dios te dirija y bendiga!
Wilda
M.V.
(Referencia:
reflexionesparaelalma)
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