24.9.18
Juan
4:10-14 “Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de
beber; tú le pedirías, y Él te daría
agua viva. … ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? … Respondió Jesús y le
dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no
tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”.
Jesús ofreció a la samaritana algo que no conseguiría en otro lugar: “agua viva”. Le prometió esperanza
para su desesperación, como resultado de una vida dañada por el pecado.
Ella no necesitaba agua normal, sino “agua de vida” para
saciar su sed espiritual. Y yo pregunto:
Tú, ya tomaste de esa agua, o tienes esa sed que no hay agua que te la sacie?
También nosotros, como
cristianos que amamos a Dios y estamos fundamentados en Su Palabra, tenemos
capacidad de hacerte esa oferta. Hemos
sido comisionados a llevarte mensaje de esperanza, mediante la misma agua de
vida que tomamos cuando le dijimos sí a Jesucristo!
Los que ya hemos saboreado esa agua, te la podemos ofrecer en medio de tu desierto seco e inclemente.
Jesús, ni nosotros, queremos que sigas muriendo de sed. Te ofrezco esa oferta de agua “viva”. Acéptala,
que Jesús hará el resto. Tuya es la
decisión: Tomas de esa agua viva, o sigues muriendo en medio de tu desierto.
Se sabio. La
mujer le dijo a Jesús: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed (vs.15). Y tú, te
unirías a su petición? El
Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu
abatido (Salmos 34.18).
Feliz y bendecido lunes!
Wilda M.V.
No hay comentarios:
Publicar un comentario