lunes, 13 de agosto de 2018

“Tu palabra sabia de hoy”


13.08.18

Apocalipsis 21:1-3 “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y, yo Juan, vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios”.

Hoy te quiero compartir sobre Apocalipsis 21. No quiero que mañana sea muy tarde... Fue escrito por el apóstol Juan, luego de la visión que Dios le mostrara. Nos ofrece promesas que son para todos; solamente se excluyen a los que rechacen a Jesús como Señor y Salvador de sus vidas.

Parte de las promesas del capítulo: 
*Un cielo nuevo y una tierra nueva. 
*Dios y Jesús morarán con su pueblo. 
*No habrá sol, ni luna; la gloria de Dios y Jesús la iluminarán. 
*No más lágrimas. No habrá muerte, ni llanto, ni clamor, ni dolor. 
*Nadie estará sediento, Jesús dará gratuitamente agua de la vida. 
*Morada en la nueva Jerusalén; con fulgor semejante a piedra preciosísima como de jaspe, diáfana como cristal; una ciudad de oro puro, zafiro, ágata, esmeralda, ónice, cornalina, crisólito, berilo, topacio, jacinto, amatista...

Ahora la segunda parte… Y como segundas partes nunca fueron buenas… Veamos los “peros” de Dios
*Pero los cobardes, incrédulos, abominables, homicidas, fornicarios, hechiceros, idólatras y todos los mentirosos… tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda (vs.8).

Qué te hace partícipe de estas promesas, y te anula para entrar en la segunda parte? 
1. Creer que estas palabras son fieles y verdaderas. 
2. Buscar la salvación de tu alma, que SOLAMENTE es mediante Jesucristo (Jn.14:6). 
3. Estar consciente que ninguna cosa inmunda, que hace abominación y mentira, irá a esa ciudad, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero (vs.27). 
4. Desear ser un vencedor, ansioso de recibir esta herencia y promesas, que te llevarán a ser, para siempre, hijo de Dios. Piénsalo.

Feliz inicio de semana. Que Dios te bendiga!

Wilda M.V.

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