10.8.18
Salmos 69:13-16 "Pero yo a ti oraba, oh Jehová, al tiempo de tu buena voluntad; Oh Dios, por la abundancia de tu misericordia, por la verdad de tu salvación, escúchame. Sácame del lodo, y no sea yo sumergido; sea yo libertado de los que me aborrecen, y de lo profundo de las aguas. No me anegue la corriente de las aguas, ni me trague el abismo, ni el pozo cierre sobre mí su boca. Respóndeme, Jehová, porque benigna es tu misericordia...".
En ocasiones David sufría y temía que el Señor lo hubiera abandonado a causa de su pecado; y le suplicó: “No me anegue la corriente de las aguas, no me trague el abismo, ni el pozo cierre sobre mí su boca” (vs.15). Él, con esto, decia: No me dejes bajar tanto que ya no pueda salir.
Las oraciones de David eran intensas y angustiosas. En Salmos 130:1-2 dijo: De lo profundo, oh Jehová, a ti clamo. Oye mi voz.
Para muchos, hundirse hasta el fondo significa el final. Se abruman por sus fracasos, y desarrollan una sensación de indignidad, se sienten atrapados más allá de cualquier ayuda. Se sienten fatigados. Otros se enojan con Dios, no creen que Él se mueva rápido, y dicen: Señor, ¿dónde estás cuando te necesito? Te llamé, no respondiste. Estoy cansado de esperar sin ver cambio.
Otros dejan de intentar y se entregan a su pecado, caen en neblina de apatía espiritual, se autoconvencen que Dios ya no se preocupa por ellos. Ten presente que David era levantado, desde las profundidades, cuando recordaba la naturaleza perdonadora de Dios. Decía: “En ti hay perdón, para que seas reverenciado (Salmos 130: 4). El Espíritu Santo comenzó a inundarle con recuerdos de las misericordias de Dios y Su naturaleza perdonadora!
Caminar en el temor del Señor te hace capaz de decir: Sé que mi Padre me ama, no me abandonará, y está listo para perdonarme cada vez que yo clame a él!
Feliz día, que aprendas a clamar a Dios, y a perdonar tú, pensando en Su naturaleza perdonadora!
Wilda M.V.
(Referencia: WorldChallengeOrg)
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