Meditación 15.5.18
2 Corintios 12.7-10 “Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase
desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que
me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual 3 veces
he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia;
porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me
gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de
Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en
afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy
débil, entonces soy fuerte”.
Los problemas y el sufrimiento que experimentamos en la
vida no ocurren sin ningún propósito. Dios actúa a través de ellos para nuestro
bien (Romanos 8.28). Es posible que no nos
guste o no entendamos con exactitud lo que hace, pero conocer algunos de sus
objetivos nos ayuda a confiar en Él y cooperar para cosechar los beneficios de
la aflicción.
Protección. Después de que
el apóstol Pablo orara con fervor para que su aguijón en la carne le fuera
quitado, Dios le reveló que era una protección contra el orgullo. Todos
tenemos aspectos de debilidad que podrían llevarnos al pecado, y Dios en su
sabiduría sabe cómo protegernos.
Dependencia. El aguijón de
Pablo, que lo hacía débil, también lo enseñó a depender de la gracia y del
poder de Cristo. De la misma manera, los problemas a menudo nos impulsan a
buscar al Señor con humilde dependencia; para entonces estar en posición de
recibir la fortaleza divina que Él promete darnos.
Perspectiva divina.
Cuando el apóstol Pablo entendió al fin lo que el Señor trataba de hacer, vio
su sufrimiento de manera diferente. Dejó de centrarse en su aflicción como
un dolor y un obstáculo, y se sintió contento. Pudo regocijarse porque reconoció
que el poder de Cristo en él era más importante que verse libre del dolor.
A menos que reconozcamos que Dios siempre prioriza lo
eterno sobre lo temporal, no entenderemos el valor del dolor. Según 2 Corintios 4.17
(NVI), “los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una
gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento”. Por tanto, no
nos desanimamos.
(EnContacto.org).
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