Meditación 05.02.18
Mateo 6.31-34 “No
te afanes, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?
Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero su Padre celestial sabe que
tienes necesidad de todas estas cosas. Mas busquen primeramente el reino de
Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. Así que, no se
afanen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a
cada día su propio mal”.
El pasaje de hoy contiene una de las promesas
más maravillosas de toda la Biblia. Si en realidad la creemos y vivimos
conforme a ella, nuestra vida se transformará y la preocupación perderá su
control sobre nosotros. Pero si nos mantenemos buscando nuestra seguridad en
las cosas que el mundo valora, tales como las cuentas bancarias, empleos
estables y una economía sólida, nos llenaremos de ansiedad con cada
fluctuación.
En vez de esto, ¿por qué no aceptar la
garantía que nos da Dios en Mateo 6.33? Haz de Él tu máxima propiedad, buscando Su reino
(que Dios gobierne tu vida) y su justicia (que Dios transforme su vida). Eso significa
obedecer su Palabra y someterse a todo lo que Él utilice para transformar tu
carácter, ya sea en medio de dificultades, sufrimientos o bienestar. No
me refiero a una vida sin pecado sino, más bien, al deseo de vivir dentro de la
voluntad de Dios, y llegar a parecerse cada vez más a Cristo.
Cuando nos comprometemos con ese objetivo, el
Señor promete asumir la responsabilidad total de darnos todo lo que necesitemos. Ahora bien, esto no significa que nos dará todo lo
que pidamos; pero, ¿no está agradecido de que no sea así? Solo piense en
algunas de las cosas absurdas que ha pedido en el pasado. Solo Él sabe
cuáles son nuestras necesidades reales.
Dios tiene un plan para la vida de cada
creyente, y los beneficios espirituales de vivir dentro de su voluntad son
maravillosos. Pero nuestro amoroso Padre no se detiene allí. Él promete
también satisfacer nuestras necesidades físicas. Entonces, aunque cada día
tenga sus problemas (vs. 34), puedes
descansar en la fidelidad del Padre celestial y confiar en que Él cumplirá su
Palabra.
(De Encontacto)
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