Lunes 12.2.18
Juan 10:25-28 "Jesús les respondió: se lo he dicho, y no creen; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí; pero no creen, porque no son de mis ovejas, como les he dicho. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano".
Alguien contaba que tenia problemas para oír, por eso usaba audífonos. Esos aparatitos normalmente funcionan bien, excepto en lugares con mucho ruido. Ahí se captan todas las voces, y no se puede escuchar a la persona delante. Así sucede en la vida cotidiana. Hay tantos ruidos y sonidos que ahogan la voz suave de Dios.
Felizmente, sus audífonos tienen un ajuste que elimina los sonidos circundantes y le permite oír las voces que quiere escuchar. Del mismo modo, a pesar de las voces que nos rodean, si aquietamos nuestras almas y prestamos atención, escucharemos el «silbo apacible y delicado» de Dios (1 Reyes 19:11-12).
Dios nos habla todos los días, nos llama en las inquietudes y anhelos; en las tristezas más profundas, y en el vacío y la insatisfacción de nuestras mayores alegrías. Pero, fundamentalmente, nos habla mediante su Palabra (1 Tesalonicenses 2:13).
Cuando tomes Su libro y lo leas, también escucharás su voz! El Señor te ama más de lo que crees, y desea que escuches lo que te quiere decir.
Si dedicas tiempo a escucharle, Dios te hablará. Especialmante a través de su Palabra. Si quieres que Dios te hable mucho, abre la Biblia mucho!
Bendecido inicio de semana, y que Dios te hable!
Wilda M.V.
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