viernes, 2 de febrero de 2018

“Nuestra motivación para servir”


Meditación 02.02.18

Colosenses 3.22-25 Siervos, obedezcan en todo a sus amos (jefes) terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo (honrando) a Dios.  Y todo lo que hagan, sea de corazón, como para el Señor y no para los hombres;  sabiendo que del Señor recibirán la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor sirven.  Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas”.

  Muchas veces creemos que servir al Señor se limita al trabajo en la iglesia, como ayudar en el ministerio de niños, enseñar en la escuela dominical o cantar en el coro. Pero el concepto de Dios en cuanto al servicio incluye todo lo que hacemos, dondequiera que estemos. No importa quién sea el objeto de nuestro servicio, en última instancia servimos al Señor.

  El pasaje de hoy está dirigido a esclavos, pero el principio que describe se puede aplicar también a trabajadores de cualquier tipo, así como a toda persona y situación en nuestra vida. El saber que servimos a Cristo…

  Influirá en la calidad de nuestro trabajo. Aunque podamos ser tentados a hacer un trabajo mediocre para nuestros jefes, no le haríamos lo mismo a Cristo. Si lo mantenemos en primer lugar, daremos lo mejor de nosotros en nuestro empleo.
  Nos hará cuidar de nuestra actitud. No importa cómo nos traten los demás o las órdenes que nos den, trabajar “de corazón, como para el Señor”, disipa la amargura y purifica nuestras intenciones. Entonces, nuestra meta será complacer a Cristo en todo lo que hagamos.

  Evitará que nos desanimemos. Si buscamos la aprobación por nuestros esfuerzos, nos decepcionaremos cuando no sean reconocidos. Pero, dado que el Señor nunca pasa por alto nuestro servicio, podemos perseverar, sabiendo que Él es quien nos recompensará algún día.

  Cuando se trata del trabajo, la fidelidad a Cristo debe ser nuestra motivación, más que nuestros sentimientos. Si le pedimos a Dios que fortalezca nuestros esfuerzos y vigile nuestra actitud, el descontento se convertirá en alegría y nuestro servicio le agradará.
(De Encontacto)



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