Meditación 06.02.18
Efesios 6.21-24 “Para que también ustedes sepan mis asuntos, y lo que hago, todo se lo
hará saber Tíquico, hermano amado y fiel ministro en el Señor, el cual les
envié para esto mismo, para que sepan lo tocante a nosotros, y que consuele sus
corazones. Paz sea a los hermanos, y amor con fe, de Dios Padre y del Señor
Jesucristo. La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con
amor inalterable. Amén”.
¿Cuál es el objeto más valioso que usted ha transportado?
Solemos asociar lo valioso con una posesión física de alto precio, pero Tíquico
trajo algo mucho más precioso que el oro, de una prisión romana a la iglesia en
Éfeso. Llevó la Palabra de Dios, escrita bajo la inspiración del Espíritu Santo
por el apóstol Pablo mientras estaba encarcelado.
Tíquico es una de esas personas que trabajó con Pablo
detrás del escenario. Era de Asia Menor (Hechos 20.4), y es mencionado cinco
veces en el Nuevo Testamento. En todos, excepto uno de esos pasajes, es enviado
por Pablo a algún lado. Hacer mandados puede no parecer un trabajo grandioso,
pero su servicio para Cristo fue esencial: entregó las cartas de Pablo a las
iglesias en Éfeso y Colosas, junto a palabras de ánimo e información acerca de
las circunstancias del apóstol (Colosenses 4.7, 8).
Estas cartas han estado instruyendo, desafiando y
alentando a los cristianos de todo el mundo desde entonces. Y el trabajo que
tuvo Tíquico, de entregar las Sagradas Escrituras es una tarea que sigue
estando confiada a los creyentes hoy. Dios nos ha dado su Palabra para nuestro
beneficio, pero también para que podamos compartirla con los demás. Ella es
la única fuente segura de verdad absoluta, porque vino directamente de Dios por
medio de hombres que fueron inspirados por su Espíritu.
La Biblia es nuestra posesión más preciada. Debemos tratarla con cuidado, compartirla con otros creyentes, y también
con quienes necesitan conocer a nuestro gran Dios y Salvador. La próxima vez
que abra la Biblia, pídale al Señor que le haga como Tíquico, un fiel mensajero
de su Palabra.
(De Encontacto)
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