Meditación 02.01.18
Hebreos 4.14-16 “Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que
traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión.
Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras
debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin
pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar
misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”.
Dios Todopoderoso es recto y justo. Romanos 3.23 nos dice que todos hemos pecado, y que no
somos aptos para estar en su presencia. Como resultado de su ira contra el
pecado, estábamos condenados a la separación eterna de Él.
Pero, afortunadamente, la historia no terminó ahí. Por
su amor y su misericordia, Dios envió a su Hijo a morar entre nosotros. El
Señor Jesús experimentó los sufrimientos y las tentaciones comunes a todas las
personas, pero nunca pecó. El Salvador decidió sufrir una muerte horrible en
nuestro lugar, pagando el castigo por nuestros pecados.
No hay amor más grande, dice la Biblia, que el del hombre
que da su vida por un amigo (Juan 15.13). Pero Jesús fue aún
más lejos, al morir por nosotros cuando todavía éramos sus enemigos (Romanos 5.10). Realmente, Él se
habría sacrificado por usted, aunque hubiese sido la única persona que
existiera.
Cristo promete perdón y vida eterna a todo pecador que
cree en Él y le sigue. Cuando ponemos nuestra
fe en Cristo, somos adoptados como hijos de Dios y recibimos su Espíritu que
viene a morar en nosotros, y quien nos bendice abundantemente con gozo, paz y
dirección. Somos bienvenidos siempre al trono de la gracia, y tenemos acceso
a Él en cualquier momento. Él promete escuchar y responder cuando le
buscamos con un corazón arrepentido.
No merecemos la invitación del Señor para que nos
relacionemos con Él. Sin embargo, por su gracia, Él es amoroso y compasivo
con nosotros. ¡Qué privilegio tan grande es poder acercarnos al trono del
Rey, y saber que Él nos escucha, comprende y ama! Descanse en el amor de
Dios y disfrute de una dulce comunión con Él.
(De
Encontacto.org)
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