domingo, 26 de noviembre de 2017

"Tú palabra sabia de hoy"

Sábado 25.11.17

Santiago 3:5-8  "Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, !!cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal".

El chisme no es un tema popular; si una actividad popular. Muchas personas malgastan su tiempo en hablar de otros,  con intención de criticar y juzgar. Nuestro Padre celestial quiere que veamos esta práctica del chisme tal y como es... Un pecado.

El apóstol Pablo coloca el chisme en medio de pecados como el engaño, la malicia, la calumnia y la arrogancia (Rom. 1.29-30). El chisme es embaucador y difamatorio, y está acompañado por la vileza y la soberbia. Todas esas acciones son características de los “aborrecedores de Dios”.

En otro pasaje que describe esa práctica impía, Pablo coloca al chisme en el centro. Y, por supuesto, todo el mundo sabe que el último decreto de los Diez Mandamientos es: “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio” (Éxodo 20.16).

El chisme no concuerda con quienes somos hijos de Dios. Así como no se puede tener veneno y agua pura saliendo de la misma corriente, el cristiano no puede tener una conversación que honre a Dios y al mismo tiempo chismear de otros.

Cuando de nuestros labios salen palabras dañinas, demostramos lo que albergamos en nuestro corazón. Sin embargo, Dios se ocupa de limpiar los corazones.

Si permitimos que el chisme, el engaño y la malicia se introduzcan en nuestra vida, oremos como lo hizo David: “Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Jehová, roca mía, y redentor mío” (Salmos 19.14).

Feliz día. Que Dios nos ayude a poner freno en nuestra perversa lengua...y nos bendiga!

Wilda M.V.
(Referencia:  Encontacto)



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