Lunes 27.11.17
1 Corintios. 15:56-58 "...El aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. Así que, hermanos míos amados, esten firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que su trabajo en el Señor no es en vano”.
El pecado fue el hecho que hizo entrar la muerte al mundo. Y la Ley parte de sus consecuencias. Hacer la voluntad del Señor, hace que todo marche diferente. Y la muerte no se enseñoreará de tu vida.
Ahora bien, hablamos de muerte espiritual (la del alma), porque el daño que el pecado hizo a la muerte corporal es irreversible. El alma no actúa por si propia, sino que está atada a nuestro cuerpo (el que ejecuta y practica el pecado); ahora bien, es al alma que Jesucristo salva de condenación y muerte; eso ocurre cuando le entregamos nuestro estilo de vida humano, practicante de pecado y perdido.
Jesús es el medio que Dios se proveyó para nuestra redención eterna; no aceptarlo hace que se cumpla el hecho de que, por cuánto todos pecamos, estamos destituidos de la gloria de Dios (de tener parte con Él en el cielo) (Rom. 3.23).
El Señor bendice a aquellos que pelean sus batallas en pro de la salvación de su alma. Recompensará a esos soldados de su ejército que se alisten en esa batalla.
Entregar tu alma a Cristo, te fortalecerá en Dios, y podrás verlo cara a cara, sin ningún temor. Nunca será en vano tu entrega y servicio a Dios.
Siendo soldado del ejército del Señor serás conscientes del poder y autoridad que tendrás para pelear y vencer ante las trampas del enemigo. Dios, por su Espíritu Santo, te revelará y equipará para derrotar a todo gigante que quiera venir contra tu vida y familia.
Dios te dirija, bendiga y guarde!
Wilda M.V.
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