Miércoles 1.11.17
Juan 7:37 “En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba”.
El pasaje hace mención a la fiesta de los Tabernáculos, un periodo de cosecha, donde Israel recordaba su caminar por el desierto, y cuando el Señor dio agua de manera sobrenatural... Pero tendrían sed de nuevo.
El agua que Jesús ofrece satisface toda la necesidad de Dios en tu corazón, es agua de vida eterna!
Los que servían en el templo, tenían por costumbre llevar agua desde la fuente de Siloé, para luego derramarla en el altar; sin embargo en el último día de la fiesta esto no se hacía, y es cuando Jesús hizo la invitación a tomar del agua que Él ofrece.
Existen muchas aguas y ríos, pero es mediante el Espíritu Santo que se renueva y sacia la sed del que quiere más de Dios.
Apocalipsis dice que hay un río en el cielo: “un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero… un río de sanidad y vida abundantes (22.1). Ese es el deseo de Dios para su pueblo!
Jesús es fuente inagotable de vida, por eso te dice: “ven a mí y bebe”. Él sabe que necesitas de aquella agua para existir y perseverar en Su camino. La ausencia de Él, te produce escasez de vida, visión oscura y borrosa, debilidad, y desaliento.
Para avanzar en la voluntad y obra del Señor, tener presente que es Dios mismo nuestra fortaleza!
¿Cuáles son los requisitos para beber del agua de vida? Juan 7:38: Creer en Jesús y acercarse a él, con sed.
Cuando adoras y buscas al Señor, el río de Dios comenzará a fluir en ti, llenando y restaurando todo tu ser!
Que Dios sea sanciando tu sed, en Jesús, hoy y cada día...y te bendiga!
Wilda M.V.
(Referencia: Mensajes y sermones para predicar)
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