Meditación 1.11.17
Juan 14.15 “Si
me amáis, guardad mis mandamientos”.
Hace varios años escribí una lista que titulé “La
evolución de la pasión por obedecer a Dios”. Esa pasión no surge completamente
en el momento de la salvación. Es verdad que iniciamos nuestra nueva vida en
Cristo con el deseo de agradarle; pero eso no incluye el obedecerlo de
inmediato, sino que la búsqueda resuelta e intensa de su voluntad se desarrolla
poco a poco.
De hecho, la primera etapa —el temor a las consecuencias
de la desobediencia— escasamente se considera como temor a Dios. Pero al
avanzar en nuestra fe y al comprometernos a obedecerle, llegamos con el tiempo
a la etapa final, que es el amor y la devoción a Cristo.
Ir de la primera etapa a la última comienza con lo que
puedes esperar: un conocimiento mayor de Jesucristo. A medida que profundizamos en la Palabra descubrimos quién es Él y
cómo es su corazón, así que comenzamos a confiar en que proveerá para
nosotros. Personas como María, Moisés, David y Pablo no estuvieron satisfechos
con lo que el mundo podía ofrecerles, ni tampoco lo estaremos nosotros cuando
seamos testigos de la obra de Dios. Reconoceremos la sabiduría de obedecer a
nuestro Padre celestial —no solo por las bendiciones que ha prometido, sino
porque Él sabe qué es lo mejor para nosotros y nos ama.
¿Se encuentra usted entre el temor y la devoción a Dios? Hay esperanzas si se ha comprometido a obedecer a Dios y a leer Su Palabra
cada día. Dios quiere que le des lo mejor, porque Él le está dando lo
mejor.
(Encontacto.org)
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