Meditación 16 de noviembre de 2017
Lucas 11.9-10 “Y yo les digo: Pidan, y se les dará; busquen, y
hallarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que
busca, halla; y al que llama, se le abrirá”.
La fotografía me ha enseñado mucho en cuanto a la
paciencia. Una vez, mi grupo y yo pasamos cuatro días esperando para
fotografiar el monte Cervino de Suiza, pero el tiempo inclemente mantenía al
pico totalmente oculto. En la última noche de mi estadía, me quedé dormido
orando. Muy temprano a la mañana siguiente, abrí los ojos y vi la enorme
montaña blanca brillando contra un cielo completamente oscuro. ¡Me maravilló el
hecho de saber que había elegido un modesto hotel que tenía una vista de la
montaña!
En vez de esperar hasta que lleguemos al cielo, el
Señor nos bendice en esta vida. Sin embargo, no debemos adelantarnos a
Él si esperamos recibir sus bendiciones. Cuando somos pacientes suceden
varias cosas:
Vemos a Dios en acción. Su manera de actuar es la mejor, y nos volvemos más conscientes de esto
cuando lo observamos llevando a cabo su plan.
Podemos lograr nuestros objetivos. El Señor conoce el momento adecuado para darnos lo que necesitamos. Si nos
damos por vencidos demasiado pronto o tratamos de manipular las circunstancias,
no recibiremos todo lo que Él quiere concedernos.
Tenemos el favor de Dios. Cuando esperamos con paciencia su voluntad, Él puede entonces bendecirnos
a manos llenas. El Padre celestial quiere, sin lugar a dudas, derramar su amor
en nuestra vida.
Somos bendecidos cuando nos sometemos con paciencia a la
voluntad de Dios. Lamentablemente, todos enfrentaremos circunstancias en las
que seremos tentados a ser impacientes. ¿Valora usted al Señor lo suficiente
para esperar con paciencia el tiempo de Él?
(Encontacto.org)
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