Meditación 04.10.17
Juan 14.16-18 “Y yo rogaré al Padre, y les dará otro Consolador, para que esté
con ustedes para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede
recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero ustedes le conocen, porque mora
con ustedes, y estará en ustedes. No los dejaré huérfanos; vendré a ustedes”.
¿Alguna vez ha
deseado que hubiera algún tipo de teléfono de emergencia que sonara en el cielo
para contactar a Dios en cualquier momento? Bueno, sí lo hay, de cierta manera.
Todos enfrentamos situaciones que nos hacen clamar a Dios por ayuda. Y Él nos
ha dado un Ayudador para todas las ocasiones.
Incluso los
discípulos, que recibieron enseñanza del Señor Jesús, no podrían vivir en
victoria sin la ayuda divina. Es por eso que el Señor insistió en que esperaran
en Jerusalén para que el Espíritu Santo viniera, antes de que comenzaran a
compartir su fe. Jesús les dijo: “Os conviene que yo me vaya; porque si no me
fuera, el Consolador (Ayudador) no vendría a vosotros; más si me fuere, os lo
enviaré” (Juan 16.7).
Mientras Jesús
vivía en la Tierra, Él no podía estar físicamente con todos los que lo
necesitaban. Pero ahora la ayuda de Dios es fácilmente disponible por medio del
Espíritu Santo que mora en todos los creyentes y está siempre presente en cada
uno de nosotros.
Gracias al
Espíritu Santo, cada cristiano puede convertirse en la persona que Dios quiso
que fuera al crearlo. Mediante el conocimiento y el poder del Ayudador, podemos
ser fieles seguidores de Cristo. La tarea del Espíritu incluye abrir nuestra
mente a la verdad de Dios, darnos fuerza sobrenatural cuando estamos cansados y
reconfortarnos durante el dolor.
Dios nos ama
tanto, que proveyó un Ayudador permanente para quienes ponen su fe en
Jesucristo. Cuando atravesamos problemas o necesidades, podemos invocar al
Espíritu Santo y conectarnos al instante con el poder de nuestro Padre
celestial.
(De Encontacto.org)
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