Jueves 05.10.17
Deuteronomio 3:23-28 “Y oré a Jehová en aquel tiempo, diciendo: Señor Jehová, tú has comenzado a mostrar a tu siervo tu grandeza, y tu mano poderosa; porque ¿qué dios hay en el cielo ni en la tierra que haga obras y proezas como las tuyas? Pase yo, te ruego, y vea aquella tierra buena que está más allá del Jordán, aquel buen monte, y el Líbano.
Pero Jehová se había enojado contra mí a causa de ustedes, por lo cual no me escuchó; y me dijo Jehová: Basta, no me hables más de este asunto. Sube a la cumbre del Pisga y alza tus ojos al oeste, y al norte, y al sur, y al este, y mira con tus propios ojos; porque no pasarás el Jordán. Y manda a Josué, y anímalo, y fortalécelo; porque él ha de pasar delante de este pueblo, y él les hará heredar la tierra que verás”.
La mente piensa cosas como: ¿Por qué Dios no le permitió a este hombre de 120 años pasar a la tierra prometida? ¿Estando tan cerca, por qué no pudo pasar? Hay cosas que el Señor hace y no comprenderemos, y caemos en el error de cuestionar la sabiduría de Dios o sus métodos. Dios es amor, lo sabemos, pero no lo comprendemos.
Por sentimiento humano Pedro dijo a Jesús: “no vayas a la cruz, en ninguna manera esto te suceda”, pero, ante Dios, este horrible y doloroso proceso era necesario.
Seguro que en la cumbre de aquel monte fluían lágrimas de los ojos de Moisés; sentimientos encontrados -de alegría al ver la tierra que Dios le entregaba a su pueblo; y lágrimas de tristeza al no poder entrar y pisar la tierra que fluye leche y miel. Pero aun así: Dios es bueno!
Moisés fue sepultado por la mano de Dios directamente (sin intervención humana -Deut. 34:5-6). No siempre las cosas se den como queremos, ni en el tiempo que deseemos, pero Dios es bueno y fiel. Moisés no pudo entrar con Josué a la tierra prometida, pero vino con el profeta Elías (rodeado de gloria) a visitar a Jesús quien estaba, no conquistando la tierra de Israel, sino la salvación para toda la humanidad! (Lc.9:28-31)
Hay cosas que Dios hace y no son fáciles de entender, pero nuestro corazón debe descansar en la verdad del Señor, la cual se revela en su palabra.
Cada crisis o dificultad se constituye en una prueba del amor que tenemos por Dios, es decir ¿Lo seguimos amando a pesar de la adversidad? ¿Seguimos su camino aunque a veces tenga secciones que desagraden?
Aprendamos a decir como Pablo antes de partir de ésta tierra: “He pelado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe”.
Feliz jueves y que Dios te bendiga!
Wilda M.V.
(Referencia: Mensajes y sermones para predicar)
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