Meditación 24.4.17
1 Samuel 16.6-13 "Y aconteció que
cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está
su ungido. Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande
de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el
hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira
el corazón. Entonces llamó Isaí a Abinadab, y lo hizo pasar delante de
Samuel, el cual dijo: Tampoco a éste ha escogido Jehová. Hizo
luego pasar Isaí a Sama. Y él dijo: Tampoco a éste ha elegido Jehová. E hizo pasar
Isaí 7 hijos suyos delante de Samuel; pero Samuel dijo a Isaí: Jehová no ha
elegido a éstos. Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son éstos todos tus hijos? Y él
respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí:
Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí.
Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen
parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es. Y Samuel
tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel
día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego
Samuel, y se volvió a Ramá".
¿Para qué
cosas vive usted cada día? ¿Para tener un aumento de sueldo? ¿Una jubilación?
Entonces, quizás ha descubierto la realidad de que, basar las aspiraciones en
abrirse camino en este mundo, termina normalmente en frustración. Las personas
con un sentido equivocado de dirección se preguntan a menudo por qué se sienten
insatisfechas.
Tal vez
usted ya logró ahorrar para el futuro o ascender en el mundo laboral. Da a una
institución benéfica y hace trabajo voluntario, pero sigue teniendo una
sensación de intrascendencia. Si es así, necesita recordar que Dios nos da la
vida por una razón muy específica: para que le sirvamos. Nadie encuentra paz
interior si no acepta este hecho. La sociedad enseña que el placer, la
prosperidad y la popularidad nos harán felices; pero vivir al servicio del ego
siempre deja un vacío que ninguna gratificación terrenal puede llenar.
Lo que vamos a ser en esta vida, ya lo
estamos siendo en este mismo momento. Pensemos en David quien fue ungido rey
mucho antes de asumir realmente ese rol. Pasó muchos años cumpliendo el
propósito de Dios en posiciones insignificantes mientras se convertía en un
gran hombre. Como lo demuestra su historia, descubrir el propósito de Dios para
la vida es el camino más seguro al éxito.
El propósito
de nuestro Padre celestial para nuestra vida es perfecto. Ninguno de nosotros
puede predecir las cosas maravillosas que Él nos tiene reservadas, pero podemos
confiar en su plan por completo. Ríndase a Él hoy, y diga: “No se haga mi
voluntad, Señor, sino la tuya”. (De Encontacto.org)
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