Marcos 10:15 "De cierto os digo, que el que no reciba el
reino de Dios como un niño, no entrará en él".
Si
eres padre o quieres serlo algún día, debes saber que que hay un momento en la
vida de todo padre, donde esos inocentes momentos de niñez de tu hijos, la
dulzura, y los tiempos donde la familia van juntos a todos lados van pasando… Puede que parezca de repente, pero ellos
dejan de ser tus tiernos niñitos que te toman de la mano para caminar, que te
piden ir a tomar un helado, que te exigen un cuento a la noche o que lloran porque se caen.
¿Cuándo creciste? es una pregunta que te sale del corazón cuando los ves
crecer. Es como una despedida a momentos maravillosos, únicos.
Las palabras mal dichas, las preguntas inocentes, los juegos interminables…
Van dando vuelta a la página, para dar lugar a nuevos momentos.
Antes corrían para abrazarte cuando salían de la escuela, ahora puede que
no te quieran dar un beso delante de sus amigos. Los que era un saludo efusivo
y especial ahora es común. Esas vacaciones cuando viajaban cantando o los gritos en la parte de atrás
del auto, peleando entre ellos, se transforman en silencio. Los días de acompañar a las niñas al ballet, o a los niños a baseball
también pasarán.
Y ahí pensamos: debimos haber leído más cuentos, o haber jugado más tiempo
a las escondidas. Debimos haberlos llevado más al parque, haber tomado más
helados, haber reído más, haber jugado más. Por eso, nunca dejes de
mostrar todo tu afecto a tus hijos.
No desees tanto apresurar tu “tranquilidad” para que ellos crezcan, porque
tal vez no te sientas tanto como esperabas, extrañarás sus ruidos, sus peleas,
sus juegos, sus desórdenes, toda esa vida tan linda y especial.
Más bien viajemos juntos el camino, no perdamos ningún momento, amemos,
riamos, luchemos, crezcamos y vivamos con ellos a cada paso. Llegará el momento donde ellos anden solos, y comenzaremos a orar a Dios
para que todo les vaya bien.
Los abuelos son, a veces, tan desmesurados con sus muestras de cariño,
porque quieren hacer con sus nietos, lo que les faltó con sus hijos. Es como que aprendemos a ser mejores hijos, cuando somos padres. Es mejor
aprender a ser padres, cuando somos padres y no cuando somos abuelos.
No te guardes tanto el dinero, porque el dinero pueden volver a tenerlo,
pero el tiempo de infancia con tus hijos no. No tomes tantas horas extras en el trabajo, podrás tomarlas en tu futuro.
Ahora ellos te necesitan, y no serán más felices por tener más dinero sin sus
padres, serán muy felices por tener muchos momento inolvidables con el cariño y
compañía de sus padres.
Hijos, son una bendición que Dios nos da para cuidar y disfrutar.
Aprovechémoslo ahora, mañana puede ser complicado.
(De Avanzapormás.com).
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