Meditación 24/1/17
Efesios 2.8-10 "Porque por gracia son salvos por medio de la fe; y esto no de
ustedes, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque
somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios
preparó de antemano para que anduviésemos en ellas".
La pereza es un
acto de rebeldía contra el Señor. Él nos creó con un sentido de
propósito para que pudiéramos ser productivos. Cuando elegimos ser
perezosos, somos culpables de despilfarrar, porque cada uno de nosotros ha
recibido un regalo especial que está desperdiciando (1 Pedro 4.10).
Los perezosos
viven en una burbuja de egoísmo. Lo único que les interesa es conseguir lo
que quieren. Esto está en conflicto directo con la Biblia, que dice que
hemos de estimar a los demás como más importantes que nosotros mismos (Filipenses 2.3).
Por ejemplo, cuando somos deliberadamente lentos en nuestro trabajo, no
estamos considerando a nuestro jefe como importante.
Estamos
llamados a andar en disciplina y servicio a Dios, y a Él no le agrada que abordemos el
trabajo con una actitud negligente (Jeremías 48.10).
Por
todo lo que hagamos bien en la vida, Dios nos recompensará. No importa cuál es la tarea, siempre
trabaja de la mejor manera. Eso fue algo que aprendí de mi madre, quien trabajó
durante 40 años en una fábrica de telas, y jamás se quejó.
La gente a menudo
presenta excusas por su pereza; culpan su entorno familiar, su baja autoestima,
o una situación negativa. Pero Dios no acepta nuestras excusas. Él nos da
instrucciones claras para vencer la pereza: “Ve a la hormiga, oh
perezoso, mira sus caminos, y sé sabio” (Proverbios 6.6).
La hormiga prevé, se prepara y trabaja. En otras palabras, debemos trabajar
con diligencia en todo lo que hagamos. Nuestra responsabilidad personal
para con Jesucristo es siempre dar nuestro mayor esfuerzo.
(De Encontacto.org)
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