Meditación 15/12/16
Romanos 14.7-12 "Porque ninguno de nosotros vive para sí,
y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos,
para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor
somos. Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser
Señor así de los muertos como de los que viven. Pero tú, ¿por qué juzgas a tu
hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos
compareceremos ante el tribunal de Cristo. Porque escrito está: Vivo
yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua
confesará a Dios. De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de
sí".
La
lectura bíblica de hoy habla del señorío de Jesucristo. Ya sea que
vivamos o muramos, lo hacemos para Cristo. Pero su soberanía no se limita a
quienes lo proclaman Rey. Todo el universo está sujeto a su autoridad.
En el juicio final, toda rodilla se doblará y toda lengua alabará a Dios.
En
el aquí y ahora, solo unas pocas personas reconocen el señorío del Señor y
buscan vivir haciendo su voluntad. El
resto se niega a ver que todas nuestras concepciones humanas —como el gobierno,
la cultura y la sociedad— tienen éxito o fracasan en la palma de la mano de
Dios. Además, se resisten a la soberanía de Cristo. La persona que no
quiere rendir su voluntad a los planes del Señor, da por sentado que ella
controla su propio destino. Pero el supremo reinado de Cristo no puede ser
frustrado.
Es
común que las personas de esta generación crean que no hay consecuencias por
rechazar el señorío de Jesucristo. Es
posible que usted haya escuchado decir a las personas cosas como: “Eso del
cristianismo funciona para usted, pero no es para mí. Voy a vivir a mi manera”.
Pero la parábola de Jesucristo sobre las casas edificadas sobre la roca sólida
y la arena ofrece una perspectiva diferente (Mateo 7.24-27). Solo quienes construyen su morada en el Señor pueden
soportar las conmociones de este mundo.
Ponerse de rodillas delante de Jesucristo como el Señor de su
vida es la decisión más sabia que usted puede tomar. El Soberano del universo le ama y desea bendecirle
todos los días de su vida. Construya su hogar
eterno en la seguridad del reino de Dios, y deléitese para siempre en Él.
(De Encontacto.org)
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