Meditación 16/12/16
Hechos
16.1-15 "Después llegó a Derbe y a Listra; y he
aquí, había allí cierto discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía
creyente, pero de padre griego; y daban buen testimonio de él
los hermanos que estaban en Listra y en Iconio. Quiso Pablo
que éste fuese con él; y tomándole, le circuncidó por causa de los judíos que
había en aquellos lugares; porque todos sabían que su padre era griego. Y
al pasar por las ciudades, les entregaban las ordenanzas que habían acordado
los apóstoles y los ancianos que estaban en Jerusalén, para que las guardasen. Así
que las iglesias eran confirmadas en la fe, y aumentaban en número cada día. Y
atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu
Santo hablar la palabra en Asia; y cuando llegaron a Misia,
intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió. Y
pasando junto a Misia, descendieron a Troas. Y se le mostró a
Pablo una visión de noche: un varón macedonio estaba en pie, rogándole y
diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos. Cuando vio la visión,
en seguida procuramos partir para Macedonia, dando por cierto que Dios nos
llamaba para que les anunciásemos el evangelio. Zarpando,
pues, de Troas, vinimos con rumbo directo a Samotracia, y el día siguiente a
Neápolis; y de allí a Filipos, que es la primera ciudad de
la provincia de Macedonia, y una colonia; y estuvimos en aquella ciudad algunos
días. Y un día de reposo[a]
salimos fuera de la puerta, junto al río, donde solía hacerse la oración; y
sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían reunido. Entonces
una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que
adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que
estuviese atenta a lo que Pablo decía. Y cuando fue
bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel
al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos".
¿Alguna
vez ha orado por una situación, sintiéndose seguro de la voluntad de Dios, para
luego darse cuenta de que la puerta se cerró? Quizás era la mudanza a otra ciudad, una relación para
casarse, o una oportunidad de empleo que parecía tan prometedora. No importa
la situación, el resultado fue confusión, decepción, y tal vez, incluso,
desesperación. Te preguntarías: ¿Qué estaba haciendo Dios?
Pablo
y Silas tuvieron una experiencia parecida en su segundo viaje misionero. En vez de seguir su
propósito original de visitar las iglesias que habían constituido, decidieron
ir a un nuevo territorio. Pero el Espíritu Santo les prohibió entrar en
Asia (la actual Turquía). Así que fueron al norte, a Misia, con la intención de
dirigirse a Bitinia. Pero el Espíritu Santo les cerró la puerta de
nuevo.
Es
posible que, a esas alturas, se hayan preguntado por qué Dios les impedía la
predicación del evangelio. Después de todo, ¿no había dado Jesús la Gran
Comisión (Mateo 28.19-20)? La respuesta le vino a Pablo en un sueño:
el Señor los estaba redirigiendo a Grecia, una nación con grandes ciudades
metropolitanas. Desde allí, el evangelio podría propagarse con mayor rapidez;
finalmente, Pablo llegó a Éfeso, y desde aquí el evangelio se extendió a Asia.
En el momento que Juan escribió el Apocalipsis, había al menos 7 iglesias en
ese continente.
Dios
utiliza puertas cerradas para redirigirnos a su voluntad. Por tanto, la respuesta más sabia
es confiar en su infinita sabiduría, esperar su clara dirección y seguir la
guía del Espíritu Santo. La redirección de Dios trae bendición, si
simplemente confiamos en Él y le obedecemos.
(De Encontacto.org)
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