Meditación 19.05
Isaías 57.10 "En la multitud de tus caminos te
cansaste, pero no dijiste: No hay remedio; hallaste nuevo vigor en tu mano, por
tanto, no te desalentaste".
Ayer vimos que Abraham no esperó que Dios le diera
un hijo, sino que tomó las cosas en sus manos. Su
decisión de no esperar el tiempo y el método de Dios revelan varias cosas:
1. Fue impaciente.
2. Dudó. Aunque creía que Dios le daría un hijo, al
pasar el tiempo sintió que se le estaba
yendo la oportunidad.
3. Fue
orgulloso. Abraham quería que las cosas
se hicieran a su manera, y creyó que la de él era muy buena.
4. Fue
egocéntrico. Al actuar sin la dirección
del Señor, Abraham mostró que esperaba que la voluntad de Dios girara alrededor
de él. En realidad, estaba saliéndose del plan del Padre celestial.
Cuando decidimos manipular las circunstancias o el
tiempo de Dios, vemos estas mismas cosas en nosotros. Lo
que debemos hacer es esperar en el Señor, quien tiene un plan y un método, que fluyen
de su amor y su sabiduría. Dios sabe qué es lo mejor, y nuestra tarea es buscar su dirección y
depender de Él.
A veces, sabemos
lo que Dios va a hacer, pero no estamos seguros de que actuará. Otras veces, no
estamos seguros del resultado. Sin embargo, podemos tener la confianza de que
Dios nos ama y que Él es todopoderoso. Si entendemos de verdad quien es el Señor, podremos
confiar en Él; y si lo hacemos, podremos esperar por su tiempo perfecto.
Dios hace una promesa, la fe la cree, la esperanza
la aguarda, y la paciencia espera tranquilamente su cumplimiento. ¿Tiene usted suficiente confianza en el
Señor para esperar con paciencia su tiempo y su voluntad? (De Encontacto.org)
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