MEDITACIÓN 18.3
Hebreos 3.7-19 "Por lo cual, como
dice el Espíritu Santo: Si oyen hoy su voz, no endurezcan sus corazones,
como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, donde me tentaron
sus padres; me probaron, y vieron mis obras 40 años. A
causa de lo cual me disgusté contra esa generación, Y dije: Siempre andan
vagando en su corazón, y no han conocido mis caminos. Por tanto, juré en mi
ira: No entrarán en mi reposo. Miren, hermanos, que no haya en ninguno
de ustedes corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes
exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que
ninguno de ustedes se endurezca por el engaño del pecado. Porque somos hechos
participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra
confianza del principio, entre tanto que se dice: Si oyen hoy su voz, No
endurezcan sus corazones, como en la provocación. ¿Quiénes
fueron los que, habiendo oído, le provocaron? ¿No fueron todos los que salieron
de Egipto por mano de Moisés? ¿Y con quiénes estuvo él
disgustado 40 años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el
desierto? ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su
reposo, sino a aquellos que desobedecieron? Y vemos que
no pudieron entrar a causa de incredulidad".
La tendencia a
postergar la realización de las cosas puede ser un problema grande: las tareas
importantes se descuidan, y nunca se disfruta de los beneficios del trabajo
terminado. Pero, peor aún, aplazar los asuntos espirituales puede ser mucho
más desastroso.
Toda
persona pasará la eternidad en algún lugar. El destino
se determina en esta vida por la
decisión de aceptar o rechazar la oferta que hace el Señor Jesús del perdón de
los pecados. Algunas personas creen que pueden postergar esta decisión. La eternidad les parece distante...y hay mucho por disfrutar en esta vida. Piensan: “Esperaré hasta que esté cerca de la
muerte; entonces le pediré a Jesús que me salve”.
Los problemas con
este razonamiento son evidentes:
1. No hay garantía de que usted va a recibir advertencia antes de morir.
2. Pasar toda
su vida rechazando la oferta de Cristo, corre el riesgo de que su corazón se
endurezca.
Decirle
no a Dios (Cristo) puede significar no poder decirle sí cuando la muerte llame
a la puerta.
Hay un gran
peligro cuando se abusa de la gracia de Dios.
Toda persona que no está protegida por la salvación en Jesucristo,
enfrentará la aterradora realidad del juicio, al estar delante de Dios sin un
Salvador (Hebreos 10.26-27).
Postergar la decisión de recibir a Cristo, le hace perder las bendiciones inmediatas, de una relación personal con Dios, y se arriesga a estar separado de Él en el futuro.
¡No tarde más! Venga a Cristo: reconozca su pecado, pida su
perdón, y confíe en Él como su Salvador.
(De Encontacto.org)
Una frase que se identifica con esta reflexión:
"El Juez que te juzgará al final, tiene un Hijo que te puede ayudar;
pero la decisión -ahora- Tú la debes
tomar".
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