miércoles, 16 de marzo de 2016

"Las Bendiciones de la Obediencia"

Meditación 16.3

Lucas 5.1-5 "Aconteció que estando Jesús junto al lago de Genesaret, el gentío se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios. Y vio dos barcas que estaban cerca de la orilla del lago; y los pescadores, habiendo descendido de ellas, lavaban sus redes. Y entrando en una de aquellas barcas, la cual era de Simón, le rogó que la apartase de tierra un poco; y sentándose, enseñaba desde la barca a la multitud. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red".

En Juan 14.15, Jesús enseñó a sus discípulos: “Si me aman, guarden mis mandamientos”. En varias ocasiones, repitió la conexión entre el amor y la obediencia, debido a su gran importancia (Juan 14.23; 1 Juan 5.3; 2 Juan 1.6).

Obedecer el plan de Dios equivale a decirle: “Te amo”. Tener la perspectiva correcta de la obediencia nos permite soportar cualquier dificultad. Y Dios derrama sus bendiciones sobre quienes le obedecen.

Considere el ejemplo de Pedro. El Señor Jesús le pidió que le permitiera utilizar su barca para predicar a la multitud. Después de haber pasado toda la noche sin atrapar ningún pez, Pedro podría haber dado a Jesús una excusa —que estaba demasiado cansado o que había mucha limpieza por hacer. Pero, en vez de eso, respondió positivamente a la petición de Jesús, y dio un paso hacia la vida de obediencia y bendición.

Visto superficialmente, prestar una embarcación para ayudar a Jesús no parecía ser importante más allá de ese momento. Pero Dios tenía más en mente. Iba a usar la vida de Pedro, y le haría un pescador de hombres (Mateo 4.19).

Puesto que somos incapaces de prever lo que el Señor tiene en mente, es posible que no podamos comprender la importancia de lo que Él nos pida.

Podríamos estar tentados a modificar su petición para que se adapte a nuestro gusto, retrasarla para un momento más conveniente, o simplemente no hacer nada. Tales acciones son siempre poco sabias.

Dios recompensó a Pedro con el servicio en su reino. Él quiere hacer lo mismo con nosotros. ¿Cómo le está moviendo el Espíritu, y cuál es su respuesta?
(De Encontacto.org)

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