MEDITACIÓN 16.2
Romanos 10.11-15 "Pues la Escritura
dice: Todo aquel que en él creyere, no será
avergonzado. Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el
mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será
salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el
cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y
cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren
enviados? Como está escrito: !!Cuán hermosos son los
pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!"
Dígale, cada día, a Dios: “Estoy a tu disposición, Señor. Iré a
otras tierras si me lo pides”. Pero hasta que Él me diga que haga las maletas,
seguiré apoyando a otros para que trabajen entre los no creyentes en los
lugares más remotos.
El
apóstol Pablo hace una serie de preguntas retóricas,
que puede resumirse así: ¿Cómo escuchará el mundo
de Cristo si uno no hace nada? Dios nos usa para que difundamos el
mensaje de que su plan de salvación está disponible para todos. Él nos puso en familias, comunidades y naciones para que
nos mezclemos y compartamos lo que sabemos. Pero algunos creyentes son
llamados a llevar el evangelio más lejos que otros. Quienes se quedan atrás
deben orar por quienes viajan, y apoyarlos con sus recursos.
Si
usted piensa, “mi corazón
no está en el trabajo misionero”, sepa que cada
creyente está llamado a hacer labor misionera, ya sea yendo o enviando.
Ese llamado viene de una manera dramática a algunos; pero, para la mayoría de
nosotros es simplemente un precepto bíblico que hay
que obedecer (Mateo 28.19). Lo que les falta, a quienes no tienen un
“corazón” para esta labor, es pasión. Los
cristianos que comparten, van y envían, son aquellos a quienes les entusiasma
que el mensaje de Dios llegue a los no creyentes.
Le reto a preguntarle a Dios: “¿Estoy dispuesto a ir donde me
envíes?”
Nuestras raíces en una comunidad deben tener solo la profundidad que el Señor
quiera que tengan. Si usted no tiene el llamado de ir, elija entonces ser
alguien que envía a otros. Ore, ofrende y haga lo que
sea necesario para poner a otros en el campo misionero. (De
Encontacto.org)
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