MEDITACIÓN 17.2
Mateo 4.18-22 "Andando Jesús junto
al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su
hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. Y
les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres. Ellos
entonces, dejando al instante las redes, le siguieron. Pasando
de allí, vio a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano,
en la barca con Zebedeo su padre, que remendaban sus redes; y los llamó. Y
ellos, dejando al instante la barca y a su padre, le siguieron."
He
escuchado todas las excusas que usted puede imaginar para evitar el servicio
misionero. “No he estudiado en el seminario”. “No sé predicar”. “Mi familia no
me apoyará”. “Soy muy viejo”. La lista es interminable. Déjeme decirle que hay miles de misioneros activos que también pensaron que Dios
no podría usarlos. Muchas veces he tenido el privilegio de escuchar sus
historias de cómo el Señor convirtió su resistencia en entusiasmo.
Podemos tener un montón de excusas de por qué Dios no debe llamarnos a
llevar el evangelio. Pero su llamado no es para que lo
discutamos; Él espera una respuesta de
obediencia y entrega.
Nuestra única responsabilidad es aceptar el llamado de Dios. La
responsabilidad del Señor es equiparnos para la obra que nos ha asignado. A la vida de cada
cristiano le ha sido trazado un plan personal, y Dios
provee la personalidad y el temperamento adecuados. Luego añade las
aptitudes que pueden ser desarrolladas y los dones espirituales necesarios para
realizar la misión dada por Él.
Dios
hace su llamado con sabiduría y discernimiento. Él
sabe por qué le creó y lo que usted puede hacer por medio de Él (Efesios 2.10). Rechazar la invitación de Dios es una insensatez, pues
servir al Señor trae bendición y gozo.
El
trabajo misionero puede hacerse cerca o lejos. Usted puede servir: desde su
casa, escribiendo a los encarcelados; en la calle, sirviendo comida en un
albergue; al otro lado del país, dando ayuda en caso de inundaciones; o en un
país extranjero traduciendo el evangelio. En resumen, un llamado misionero es cualquier cosa que Dios le
diga que haga.
(De Encontacto.org)
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