miércoles, 30 de diciembre de 2015

"La Emoción de la Obediencia"

MEDITACIÓN 30 DIC.

Isaías 50:4-10 "Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios. Jehová el Señor me abrió el oído, y yo no fui rebelde, ni me volví atrás. Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me mesaban (arrancaban, estrujaban) la barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos (secreciones por la boca). Porque Jehová el Señor me ayudará, por tanto no me avergoncé; por eso puse mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado. Cercano está de mí el que me salva; ¿quién contenderá conmigo? Juntémonos. ¿Quién es el adversario de mi causa? Acérquese a mí. He aquí que Jehová el Señor me ayudará; ¿quién hay que me condene? He aquí que todos ellos se envejecerán como ropa de vestir, serán comidos por la polilla. ¿Quién hay entre vosotros que teme a Jehová, y oye la voz de su siervo? El que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios."

En algún momento todos los cristianos hemos visto a la obediencia como una manera de evitar las consecuencias de la desobediencia, y por eso hemos sentido que es una carga pesada. Cuando Dios, en realidad, lo que quiere es que nuestro camino de fe esté motivado por nuestro amor a Jesucristo, y por el deseo de agradarle. La obediencia tiene que ver con descubrir más acerca de Dios, no con evitar consecuencias negativas.

La razón por la cual asociamos la obediencia a Dios con una carga, es porque le tememos a las decisiones que tendríamos que tomar. Sin embargo, el Señor no nos pide que hagamos más de lo que podemos manejar. Nuestra obediencia en los asuntos más pequeños de la vida nos prepara para asuntos más grandes. Cuando ponemos la confianza en la omnipotencia del Señor, y actuamos según su voluntad, la vida se vuelve emocionante. No debemos tener miedo, porque Dios ya sabe el resultado de nuestra obediencia —y podemos confiar en su promesa (Romanos 8.28).

Sabemos que si damos un paso de obediencia, se nos pedirá después que demos otro. Es por eso que andar por fe es tan emocionante, porque cada paso nos lleva a una nueva bendición. Aunque a veces pensemos que las situaciones de las cuales Él se ocupa no están relacionadas, el Señor continuamente nos mueve mediante diversas circunstancias hacia sus planes.

Si tememos a las consecuencias, y evitamos obedecer por nuestra seguridad, privamos a Dios de la oportunidad de demostrar su poder.

Las decisiones pequeñas pueden parecer insignificantes, pero ellas conducen a toda una vida de caminar con Dios. (de Encontacto.org)

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