martes, 29 de diciembre de 2015

"El Secreto Para el Éxito de Nuestras Finanzas"

 MEDITACIÓN 29 DIC.

Malaquías 3.7-12 "Desde los días de sus padres se han apartado de mis leyes, y no las guardaron. Vuélvanse a mí, y yo me volveré a ustedes, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mas dijistes: ¿En qué hemos de volvernos? ¿Robará el hombre a Dios? Pues ustedes me han robado. Y dijistes: ¿En qué te hemos robado? En sus diezmos y ofrendas. Malditos son con maldición, porque ustedes, la nación toda, me han robado. Traigan todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y pruébenme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no les abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde. Reprenderé también por ustedes al devorador, y no los destruirá el fruto de la tierra, ni su vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. Y todas las naciones les dirán bienaventurados; porque serán tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos."
Todos luchamos cuando hay una discrepancia entre lo que nuestra mente sabe que es verdad, y lo que sentimos. Un aspecto con el cual algunos cristianos batallan es el de las finanzas personales. Si sabemos lo que dice la Biblia en cuanto al dinero, ¿optamos por la verdad o dejamos que nuestros sentimientos dicten nuestras acciones? Los creyentes encontramos fácil dar a Dios 1 centavo o 1 peso de 10, pero cuando los números son más grandes: cien de mil, o mil de diez mil, a menudo nos resistimos. Pero no podemos esperar que el Señor bendiga nuestras finanzas si no estamos apoyando su obra.
La Biblia habla de dar el diezmo, que es la décima parte de nuestras entradas, o el diez por ciento de todo lo que producimos, según Deuteronomio 14.22. También hay que notar que debemos dar a Dios la primera parte de nuestros ingresos, no lo que nos quede al final del mes.
El diezmo de Dios va a su alfolí, que es la iglesia. Desde allí, lo ofrendado puede ser canalizado para la obra del Señor en el mundo. Imagínese cuántos excelentes ministerios y cuántos programas de evangelización cesarían si el dinero se agotara. Llevar el evangelio no es solo una responsabilidad espiritual, sino también financiera.
Cuando nos negamos a dar la parte que nos corresponde, bloqueamos el flujo de la bendición de Dios en nuestra vida. Muchas veces decidimos dar menos del diezmo, porque no confiamos en su provisión. Nuestro Padre celestial nos ha prometido protección y abundancia si obedecemos sus mandamientos. Entréguele al Señor lo que es de Él, y vea después las maravillosas bendiciones que le dará. (De Encontacto.org)

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