MEDITACIÓN 28 DIC.
Job 23.16-17 "Dios ha enervado mi corazón, y me ha turbado el
Omnipotente. ¿Por qué no fui yo cortado delante de las tinieblas, ni
fue cubierto con oscuridad mi rostro?"
Dios siempre tiene un propósito al
guardar silencio. Aprendí esta lección estando en la universidad. Un día,
durante mi último año, me preparé para orar sobre una situación que afectaría
mi futuro. Pero cuando me puse de rodillas, sentí como si Dios se hubiera ido
de repente. Por 3 días y 3 noches, su presencia parecía estar a kilómetros de
distancia. La cuarta noche, unos amigos se reunieron para interceder a mi
favor, pero fue en vano. Casi derrotado, regresé a mi habitación cuando vi luz
en la habitación de mi amigo Don. Entré por su ventana, que estaba abierta, y
oramos hasta el amanecer. Pero aún nada.
Le
supliqué a Dios durante toda la semana. Luego, por fin, Él intervino de una
manera asombrosa para comunicarme los pasos que debía dar. La lección fue que
cuando Dios guarde silencio, ¡siga orando!
Muchísimas
veces he escuchado a personas decir que no deben seguir orando por una
necesidad porque no hubo respuesta. Pero Mateo 17.20 dice que la fe del tamaño
de una semilla de mostaza puede mover montañas. ¡Imaginemos, entonces, lo
pequeña que debe ser nuestra fe cuando nos rendimos, y no esperamos en el
Señor!
Los creyentes no podemos tratar las oraciones como una máquina que
nos da una respuesta inmediata cuando le depositamos una moneda. Hablar
con Dios es una inversión a largo plazo en la íntima amistad que tenemos
con Él.
Aunque Dios puede estar en silencio durante un tiempo, nunca
deja de trabajar por nosotros.
En el momento preciso, Él da un resultado que se adecúa a su plan perfecto. Así
que, amigos, ¡a seguir orando!
(De Encontacto.org)
Si sientes que DIos se ha ido de
repente... la respuesta es: Sigue orando, que Dios está trabajando!
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