MEDITACIÓN 5.11
Hebreos 12.1-3 "Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor
nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que
nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos
los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo
puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la
diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción
de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar."
Los
corredores en un maratón deben seguir una ruta claramente marcada. Supongamos
que uno de los atletas decide tomar su propia ruta. Recorre los 42 kms y pone
su línea de llegada en el mismo punto de la oficial, pero corre a través de
alrededores con menos colinas y menos gente. Su plan le parece excelente a él,
pero cuando cruza la línea de llegada, no le espera ninguna cinta o medalla.
¡Lo
que hizo es una tontería! Sin embargo, los creyentes caen en esta trampa
cuando deciden cuál será el curso que tomarán sus vidas, en vez de correr la
carrera que Dios dispone. Cuando nos sometemos a su voluntad, haciendo lo
que dice, y yendo hacia donde nos dirige, nos mantenemos en el camino correcto.
Pero en el momento que volvemos a nuestros viejos hábitos y comenzamos a
tomar decisiones basadas en nuestro propio criterio, tomamos un camino alejado
de Dios.
Para
los creyentes, la línea de llegada es la misma —el cielo—, ya sea que corran a
la manera de Dios, o a su manera. Sin embargo, la diferencia estará en lo que
habremos de mostrar al llegar allí. Nadie quiere decir: No logré nada de valor. No
importa cuán grandiosa sea la herencia que alguien deje, lo único que realmente
vale la pena es lo que hizo para el Señor, en el poder del Espíritu Santo.
Y podemos estar seguros de que sin importar cuán lejos nos apartemos de
la ruta, el Espíritu Santo seguirá presente. Nos recordará el camino correcto,
como también la posibilidad de volver a ella y perseverar. La ruta ya está marcada, y usted sabe lo que tiene que
hacer. Corra la carrera que tiene por delante, y termine bien.
(De
Encontacto.org)
Biblia
en un año:
Juan 12-13
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