MEDITACIÓN 22.10
Romanos 5.15-17 "Pero el don no
fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron
los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por
la gracia de un hombre, Jesucristo. Y con el don no sucede como en el caso
de aquel uno que pecó; porque ciertamente el juicio vino a causa de un solo
pecado para condenación, pero el don vino a causa de muchas transgresiones para
justificación. Pues si por la transgresión de uno solo reinó la
muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que
reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia."
Pablo escribió extensamente acerca
de la gracia, el favor de Dios dado a quienes no lo merecen. A todos los
lugares que iba, hablaba del evangelio de la gracia (Hechos
20.24). Pablo conocía por experiencia personal el poder que tiene el pecado
para controlar y también la libertad que se logra por fe en Cristo. Se
describió como el peor de los pecadores, porque persiguió y encarceló a muchos
creyentes antes de su experiencia de conversión (1 Timoteo 1.15).
Después que aceptamos la muerte de
Cristo a nuestro favor, el castigo por nuestro pecado se considera pagado y su
poder sobre nosotros destruido. Nos volvemos vivos espiritualmente por el
Espíritu Santo que habita en nosotros. Además, se nos da una nueva familia
y un propósito para vivir. La Biblia compara nuestra experiencia de conversión
con un trasplante de corazón (Ezequiel 36.26, 2 Corintios 5.17), un cambio de
ciudadanía (Filipenses 3.20), y la mudanza a una nueva patria (Colosenses
1.13).
Pablo exhorta a todos los creyentes
a perseverar en la gracia de Dios (Hechos 13.43; Ef 2.8). Así como tuvimos que
confiar en la muerte vicaria de Cristo para nuestra salvación, debemos tener
una vida de dependencia de Él. Es nuestra fe,
expresada a través de la obediencia, lo que agrada a Dios (He 11.6).
La gracia es la fuerza más poderosa
y más transformadora que hay en el mundo. Dios
ofrece su amor incondicional a toda persona que recibe a su Hijo.
Desde el momento en que somos salvos, nuestra vida es puesta sobre la Roca
inamovible que es Cristo (1 Co 10.4), y su favor nos es impartido.
(De Ministerios Encontacto)
Biblia
en un año:
Lucas 4-5
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