MEDITACIÓN 21.10
Romanos 5.1-6 "Justificados, pues,
por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por
quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos
firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto,
sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la
tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza;
y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en
nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Porque Cristo,
cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos."
La Escritura pinta un panorama
sombrío de la humanidad: está muerta en pecados, bajo la ira de Dios y sujeta a
la separación eterna de Él (Efesios 2.1-3). Pero, por medio de la cruz de Cristo, el
Señor nos da una segunda oportunidad de tener una relación estrecha con Él.
Cuando ponemos nuestra fe en Cristo, Él derrama su amor incondicional —su
gracia— sobre nosotros.
Por su gracia, hemos sido
justificados por fe. La justificación es la declaración de Dios de que no somos
culpables ante sus ojos. Cuando recibimos la salvación, la muerte de Jesús en
la cruz es contada como pago por nuestros pecados. Toda nuestra desobediencia
—pasada, presente y futura— es totalmente perdonada.
El medio para obtener esta gracia
es fe genuina en Jesucristo. ¿Cómo es esta fe? Es la fe que acepta el veredicto
del Señor de que somos pecadores; de que no podemos salvarnos a nosotros
mismos, y de que necesitamos un Salvador.
Es una fe que cree que Jesús pagó por
nuestros pecados con su muerte; que Dios aceptó su pago a nuestro favor, y que
somos perdonados y hechos miembros de su familia. Si tenemos fe genuina, le
daremos nuestra lealtad y le serviremos de corazón.
La gracia también nos da paz con el
Señor. Antes de ser salva, la persona era su enemiga y estaba bajo sentencia de
muerte eterna. Pero, después de poner su fe en Cristo, es adoptada en la
familia de Dios y tiene su favor para siempre.
Por gracia se nos ha dado una
segunda oportunidad. En vez del castigo eterno que merecíamos, hemos recibido
aceptación por la fe en Cristo (Romanos 15.7) y hechos miembros de la familia
de Dios (Romanos 8.15).
(De Encontacto.org)
Biblia en un año: Lucas 2-3
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